UN DEDO ARRIBA LLAMA AL CLIMAX.

Por Kevin Dirienso Poter - @kevindpoter
No sé por dónde empezar. No tengo una idea muy clara de cómo arrancar esta crónica. Y son varios los factores que me hacen estar aún, a unas horas de su culminación, estupefacto con lo que hicieron los Militantes del Climax en el Estadio Obras. Fue una completa locura de principio a fin y hubo tiempo para absolutamente todo a lo que nos tienen acostumbrados y más también…
Para quien les escribe es un logro. Llegar a Obras es llegar a ese descanso vital en una escalera larga que arrancó hace más de 10 años tocando en el cumpleaños de un amigo. Los Climax con mucho desparpajo y mucho laburo comprometido han logrado ir paso a paso ganándose un lugar. Cuando una banda tiene cántico propio es cosa seria y en este caso, todo ello es elevado al cuadrado. La banda de anormales que sigue a esta banda genera una mancomunión impresionante que no muchas agrupaciones generan con su público y que debido a su desfachatez nata, logran mantener cualquiera sea el escenario que los recubra. En este caso fue obras, pero yo como testigo presencial y como amante fiel de los Climax (sí, la objetividad periodística con ellos no me sale) puedo dar fé de ello. Los he visto en: Niceto, Zadar Club, Vorterix, G104, Teatro de Flores, Beatflow, Uniclub, Konex, Groove, Palermo Club y ahora en Obras y festejo por ello.
Desde temprano era un día especial, un objetivo que se logró. Tocar en Obras es llegar a algún lado, es dar un salto y todo lo que sigue desde ahí es en sentido ascendente. La fiesta estaba pactada para las 20 hs. pero con mi ansiedad de consejera y mi precaución ante los festejos de River a unas cuadras del lugar, llegamos temprano. Agarre mi libreta, mi lapicera y de la mano de mi fiel compañera de ruta emprendimos el periplo que nos depositaría en Av. Del Libertador al 7300. El 15 y su interminable recorrido nos deposito casi en la puerta de un Obras que de a poco iba entrando en frecuencia Climax. Eran pasadas las 19 hs. cuando nos acreditamos y entramos al recinto que contaba con algunos pocos testigos de lo que era la prueba de sonido (que lindo que es vivir las pruebas de sonido, son mágicas).
Lo que sigue de ahí en adelante es éxtasis puro. En la nota donde hablaba sobre esta fecha dije: “nadie que haya ido a una fiesta climax volvió a su casa siendo el/la mismx” y este 09/12 quedará en la memoria como la transformación de muchxs y la renovación de votos de algunxs otrxs. Eran las 20 hs. cuando de manera puntual, uno de los encargados del lugar dio por Handy la orden de cortar la prueba de sonido, “chicos perdón pero ya tengo que dar puerta” se escuchó y automáticamente los climax (fieles a su estilo) contestaron “para para que tenemos que probar otra cosita” y así la prueba se extendió por unos minutos más, para luego sí dejar todo el escenario montado, mientras la gente se iba acomodando y enrolando los primeros porros.
Mientras afuera el caos vehicular alteraba el ingreso del público, adentro el clima de recital se iba sintiendo con los primeros aplausos masivos (esos que nos ayudan a controlar la ansiedad) y los primeros intentos de canto popular al ritmo de “Militantes la concha de su madre, a ver si ponen huevos que no juegan con nadie…”, el horno ya estaba caliente y la masa lista. Dos años y pico pasaron desde su último recital y la gente que iba llegando a Obras parecía saberlo porque desde temprano el ambiente era de algarabía. Un estado que iba aumentando conforme corrían las agujas del reloj que ya marcaba las 20:55 hs. La gente seguía entrando pero el principio del gen ya estaba ahí y se sentía.
Cuando el reloj marcaba las 21:20 hs. y el calor de Obras se tornaba asfixiante, las luces se apagaron y la fiesta arrancó. Frank Bersi le dio inicio a este ritual con uno de sus monólogos donde nos explicaba a los presentes que vinimos a hacer y qué es lo que buscamos: El Climax. El show arrancó con todo el power de “Cyberyuta” y en cadena fueron llegando varios clásicos para el delirio de los presentes. Con “Hit Hot”, segundo tema tocado, el público deliró, ya no era calor humano, era lava ardiente que saltaba de una lado a otro. Obras era humo y el feedback de siempre había arrancado.
A los climax se los notaba disfrutando y no hay mejor cosa para el público que ver disfrutar a los responsables de sacarte a pasear por un rato por los portales del espacio. Militantes del Climax invita a un viaje que no tiene destino pero que es completamente embriagador. Su desparpajo y su falta de etiquetas los convierten en un bastión para todxs lxs que entendemos la música y el arte en su misma frecuencia. Ellos arriba del escenario devolvían con música y alegría la entrega que la gente le regalaba desde un campo que se movía con cada pogo.
En ese “primer acto” en la búsqueda del climax hubo tiempo también para canciones clásicas del grupo pero siempre tocadas con ese condimento climax en notorias reversiones. Algunas a un tempo más, otras a un tempo menos. Nunca un recital de Militantes del Climax fue igual a otro, nunca. Así pasaron: “Maradona-Caniggia”, “Súper”, “Skymood”, “Motown”, “Sin Permiso”.
Luego fue el turno del segundo interludio. Frank Bersi volvió a encarar la noche con su personaje y el monologo que derivo en un renacimiento del Sargento Cabral a quien iban a sacrificar pero que luego de su discurso tomo nuevamente poder. Acá quiero hacer un punto y aparte. Es que ir a un show de los Climax es cruzar el umbral de la cordura para por un rato irte a pasear a otro plano, con locxs lindos que te van llevando haciéndote reír, reflexionar, pensar, analizar, cantar, bailar, poguear, etc. Por esa y muchas tantas otras razones y pese a no tener pruebas, tampoco tengo dudas de que Militantes del Climax es la banda más sobresaliente de la Republica Argentina.
Ese segundo acto empezó con “Termidator” un track de Día 4 (segundo disco) y tuvo también algunos clásicos. Durante esta parte del show todo era éxtasis puro. Ellos arriba del escenario, la gente abajo, el ambiente era una caldera y la gente hacia lo posible para poder respirar ante tanto calor humano. Con “Chinatown Battle” se armo el pogo más grande de la noche (¿Quién te conoce Indio Solari?) Obras se movía al ritmo de la gente que saltaba y hacía temblar el piso de un recinto histórico que recibía el Climax por primera vez. Todo era un hervidero y el público deliraba de la mano de estos vagos y atorrantes mientras sonaban temas como “El Huevo”, “Panorama”, “Origen del Gen”, entre otras. Nuevamente el detalle de muchos ensayos se vió como siempre en esas mini reversiones en las canciones que distinguen mucho a esta gran banda.
Eran casi las 22:30 hs. cuando luego de una canción llamada “Groove Marciano” llego el segundo interludio. Como el sacrificio del Sargento Cabral no fue posible, la elegida fue una bahiana embarazada que no era otra que Sophie Sobral que como último deseo antes de su sacrificio eligió cantar. Las luces tenues le dieron el ambiente para despacharse con una versión impresionante al mejor estilo Climax de “Bom Senso” del gran Tim Maia. Dicho track le dio paso al tercer acto de la noche con una seguidilla impresionante de canciones como “Diputado” donde la gente dejo todo en el campo, “Rédito Espiritual”, “Godbless” canción poguera si las hay y donde la cruda y comprometida “Renacentista” le puso la frutilla al postre. “Gracias por estar acá loco. No sabíamos que iba a pasar, después de dos años sin tocar y bueno acá estamos. Gracias por venir, gracias por el aguante, esto es hermoso” decía el Auelo con una emoción palpable desde lejos mientras las luces del escenario se iban apagando y el “estamos llegando al final” se iba sintiendo.
Con las luces muy bajas, el escenario fue copado por un feto gigante de nombre “Ofetinho” que brindó un discurso espectacular. Llegamos al climax y Ofetinho lo sabe. El final estaba cerca y la satisfacción por una noche redonda copaba el lugar. Obras era una caldera y a esta altura de la velada todo era jolgorio. Faltaba el final y ya el escenario era un desorden hermoso de músicos bailando, brindando, saltando, corriendo de acá para allá con una sonrisa dibujada en el rostro. El final fue para la alegría, para terminar de descorchar lo que quedaba y para dejar el Estadio Obras Sanitarias temblando por ese pogo interminable que nos permiten temas como “Churro Mañanero”, un tema del principio de todo llamado “Wifi con Dios” y ese final extasiado de “Franki” con todo el público gritando y saltando como si no hubiera un mañana. “Gracias locos y locas, esto es algo que vamos a guardar para siempre” repetía el Auelo antes de entonar la última canción. El escenario ya era un descontrol absoluto y “Para Que” le puso el broche de oro a una noche inolvidable para cada una de las más de dos mil personas que dijeron presentes en el primer Obras de Militantes del Climax.
Esa angustia de fin de recital se apodero de todxs cuando las luces se prendieron y todxs entendimos que era momento de volver a la realidad. El viaje al que los Climax nos llevaron termino y era hora de volver a vestirnos de humanos nuevamente. Hubo tiempo aún para alguna que otra foto y para que la gente que perdió a los amigos en el pogo se reencuentre para así emprender el retorno.
Eran pasadas las 23 hs. cuando la brisa de la calle nos dio un cachetazo ante ese calor impotente que dejaron los Climax dentro del recinto. La calle era un patio de gente comentando lo vivido. Nosotros miramos al cielo, agradecimos por una noche que todxs lxs presentes guardaremos en nuestro disco rígido y empezamos a patear las calles de Nuñez esquivando gallinas para volver a casa. Esta vez no fue el 15, sino el 42 y esa brisa de noche veraniega que nos despabiló un poco.
Militantes del Climax en Obras fue para quien les escribe un logro importantísimo. Una banda que merecía este lugar y que lo consiguió con trabajo, esfuerzo, desfachatez y puro talento. Porque los Climax cuentan con unos vientos que te vuelan la peluca, tienen un bajista que te levanta un muerto, un guitarrista versátil que le de color a las canciones, uno de los mejores bateristas de nuestro país, un tecladista que no es de este planeta y cuentan con el mejor letrista del rap argentino sin dudas. Los Climax tienen todo: desfachatez, humildad, talento, cordura y locura en iguales proporciones, y un profundo amor por el arte en un concepto diferente al que te lo venden hoy. Tocar en Obras para ellos fue como tocar en cualquier otro lado y en épocas de ídolos de barro, momentos como estos se decoran con el amor profundo que emanan los Militantes del Climax.
Volvimos a casa recargados de una energía indescriptible, que solo quien vivió alguna fiesta climax puede entender. Estamos listos para otro salto, para otro pogo, para otra noche mágica de esas que regala siempre esta, la mejor banda de la Republica Argentina. Cli, Cli, Climaaax.
Fotografía: @nellabertana
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