DIARIO DE VIAJE: CAPÍTULO 2: "URUGUAY NOMAAAA"
Por Kevin Dirienso Poter - @kevindpoter
Hacía mucho tiempo no me tomaba vacaciones. Pero hacía mucho más aún que no tenía la posibilidad de visitar un país que amo y que siento mío desde la primera vez que lo visité allá por el 2012. Luego de mucho pensar y de muchos minis préstamos fue el turno de subir al buque para amarrar en tierras charrúas.
6 años pasaron de la última vez que viaje a Uruguay y en esos 6 años las cosas han cambiado mucho. Para empezar, la devaluación del peso argentino es muy notoria. Lo que antes era favorable para los argentinos hoy es una perdida impresionante que no hace otra cosa que visibilizar lo mal que se hacen las cosas de este lado del Río de la Plata. Ahora la Marihuana es legal allá y antes no lo era. O los billetes de $20 y de $50 son de ese plástico irrompible, por ejemplo. A simple vista puedo afirmar que en estos 6 años que han pasado, Argentina involucionó a una velocidad abismal y Uruguay ha progresado, transformando un pequeño país en un gran ejemplo en la región en materias institucionales, sociales y culturales.
Pero más allá de todo lo que pueda decir de Uruguay, siempre fue un país amigable, de territorio chico pero de corazón enorme y que sigue más vigente que nunca. Sus playas, en lo que a mí respecta, son hermosas. Mucho más lindas que nuestra costa atlántica y que nada tienen que envidiarle a las “paradisiacas” playas de Brasil. Uruguay está ahí, reluciente. Y esa garra que demuestra en el fútbol es la misma que se traslada a su capacidad de generar infraestructura con tan poco terreno y una población que se mantiene estable hace añares. Son tres millones hoy, fueron tres millones ayer y seguro serán (números más, números menos) tres millones mañana.
Arribamos algo cansados luego de un viaje que resulta lindo pero que no deja de ser largo. Buque de Puerto Madero a Colonia. Luego un micro de Colonia a Montevideo, para finalmente en Tres Cruces (el Retiro de ellos) tomar otro micro hacia nuestro destino final: Punta del Diablo en el hermoso Departamento de Rocha.
Allí nos esperaban tal como lo mencione en el capítulo 1 de este diario de viaje (que podes leer ACÁ), mis cuñados que residen en este balneario tan hermoso. Entre médanos, arena y bosque, Punta del Diablo es el sitio ideal para descansar y relajarte.
Fueron casi 20 días en un país similar pero que a su vez es muy diferente. Otra educación, otras costumbres y sobre todo, otra forma de ver la vida. El uruguayo es mas relax, más de actuar con tranquilidad, de ir a paso firme pero lento. No quiere comerse el mundo, ni que el mundo se lo coma, por ende tiene otra velocidad, otro trato y otro sentido de la “competencia”. El porteño va con otro dinamismo, se lleva puesto todo lo que tiene enfrente y le importa poco y nada el de al lado. La clara muestra de ello fue que la única pelea callejera que vislumbramos durante nuestra estadía fue de transito y de dos autos con patente argentina. ¿Para muestras vale un botón? Pues claro que sí.
Pero más allá de todo y no soy un anti patria, de hecho esa palabra no la entiendo mucho, Uruguay es un país digno de visitar. Primero porque es cerca, segundo porque nos unen muchas más cosas que las que nos distancian y tercero porque sus playas son hermosas. Si bien el cambio no es favorable, no deja de ser un destino que vale la pena. Perder un poco a veces no es tan malo y más si estás en lugares como Punta del Diablo, La Fortaleza de Santa Teresa o en La Barra del Chuy, de los balnearios más lindos de toda la costa uruguaya.
Este mini diario de viaje, terminará en dos capítulos, y no quiero dejar de destacar todo lo que debemos aprender de esta gran nación. En Uruguay se respira libertad, libertad que ni los propios yoruguas muchas veces pueden apreciar y que tal vez sientan cuando salgan para algún otro lado. La gente, al menos en el Interior, es tranquila, está en su mambo y eso invita a que seas vos todo el tiempo.
Al llegar, dejamos los bolsos en lo de mi cuñados y viví, una de las experiencias más lindas de esa ansiada libertad de la que hablo. Mi sobrina me saludo y me dijo sin mediar otra palabra “vení, acompáñame” y así sin preguntar demasiado recorrí dos cuadras hasta el Grove Shop más cercano para adquirir, sin ningún tipo de problemas, prejuicios, ni miradas raras, unos 10 grs. de una maconha exquisita que disfrute mucho durante todo el viaje. Conseguir esa cantidad de este lado del gran charco es un problema, no solo por lo que implica hacerlo y toda la “movida” que genera, sino por el dinero que eso implica. Si supieran los cráneos que nos gobiernan la cantidad de empleos, impuestos y beneficios generales que tendríamos al regular y dejar de controlar esta “droga letal” llamada cannabis.
Su manera de generar cambios socio culturales es distinta. Su manera de resolver conflictos también. Uruguay es un país laico y créanlo o no, ese dato es muy relevante a la hora de saber porque fue ahí donde se legalizó el aborto prematuramente antes que en otras naciones del mismo continente, o porque la marihuana es legal también hace años. Y ojo, para los que piensan que todo es un viva la pepa y que el/la Uruguayx promedio vive re locx y aborta todos los días todo el tiempo. No. Nada más lejano. Es un país que vio un recurso y una forma noble y constructiva de luchas contra el narcotráfico y la clandestinidad. Porque mientras acá discutimos “aborto sí o aborto no”, allá entendieron que la discusión es si lo hacemos legal, seguro y gratuito o si seguimos dejando morir a las mujeres en la clandestinidad, haciéndolas culpables de una decisión personal. Porque el aborto va a seguir existiendo. Lo mismo con la Marihuana y su gran distribución en el narcotráfico en lo que llamamos el paraguayo venenoso. Hoy en Uruguay no existe o casi no existe ese faso prensado asqueroso y que realmente destroza la salud. En Uruguay se fuma lo mismo que hace unos años, más rico y con menos violencia impuesta por el narcotráfico. Ellos lo entendieron antes, la razón la desconozco del todo, pero no deja de ser un país con convicciones bien marcadas y que pese a sus diferencias interiores, avanza. No se estanca en la nada, avanza, corrige y sigue avanzando.
Mis días por el Departamento de Rocha fueron de pleno goce. De libertad, no libertinaje. De sentirme cómodo, seguro, en casa y en familia. De respeto al otro, al espacio, a la propiedad, a la integridad. ¿Giles? Giles hay en todos lados, pero insisto, la capacidad de resolver conflictos es distinta y esa famosa grieta no es tan dura y cruda como acá.
En fin, son pequeñas pero grandes las diferencias y en la suma total de las cosas inclinan la balanza. Mi viaje continuó con muchas más experiencias que seguiré compartiendo, espero con más regularidad, a lo largo de los capítulos que quedan. A modo spoliler, te digo que prepares las tablas, porque en el Nº 3 nos vamos a surfear la ola un rato…






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