NOCHE DE JUGOS LOCOS.
Por Kevin Dirienso Poter - @kevindpoter
Sábado de un fin de semana recontra XXL. La primavera pegó fuerte y el olor a flores llama a una noche de pleno goce al ritmo de una banda impresionante. “Muchas veces los diamantes están en el barro” me dijo hace no mucho un entrevistado y creo que es un argumento que refleja lo que viví en la noche de 921 Casa Cultural en el marco de una nueva edición de un gran ciclo llamado Fogata Cultural. Y no es por estar embarrados claro, sino porque la buena música vive en la esencia y no en los flashes de esa popularidad ficticia que muchos creen imprescindible para contagiar al otro.
La excusa era volver a vivir un evento compartiendo entre birras y varillos un lindo show. La noche arranco temprano, camperita no muy abrigada y muchísimas ganas de elevar la vibración de la mano de Los Jugos Locos. Desde La Republica de La Boca para el mundo entero, esta banda viene dando que hablar con su desparpajo sonoro y su gran capacidad de romper patrones en el mundo del reggae. Tranquilamente se podría decir que Los Jugos Locos son una banda familiar, una familia transformada en banda o una banda transformada en familia, todavía no está resuelto.
No esperaba escribir esta crónica pero como hacía tanto no lo hacía dije “¿por qué no?” (si saben como me pongo pa que me invitan). La combinación perfecta entre la Línea H y la Línea E nos deposito casi sin darnos cuenta en Calasanz 921, lugar que nos impactó con su frescura y con ese aroma al arte más puro e independiente que se puede encontrar. Un hermoso patio interno y enormes detalles en sus paredes decoraban un lugar que parece ser un refugio natural en medio de esta jungla de cemento. Eran casi las 22 y ciclo ya había comenzado.
Hubo tiempo para todo. Cerveza, algo para comer y un detalle sobresaliente descubierto por mi amada Encabrada en el baño de mujeres del lugar: Un cartel ofreciendo una ayuda secreta por si sos una piba que está incomoda con alguien dentro del lugar. Muy bien diez. Cuando el reloj marcaba las 22:30 hs. llego el turno del rap de la mano de un artista que se despacho con algunas canciones y un free para cerrar su participación entre aplausos y emoción. El plato fuerte todavía se se estaba cocinando.
La gente iba y venía. Se saludaba, sacaba fotos, pedía otra birra y volvía a acomodarse mientras los músicos armaban el escenario a un ritmo considerable. Hay algo implícito en el under que me vuelve loco y es esa pureza con la que podes ver a quienes te van a hacer saltar en un rato, armar y desarmar, preocuparse por el sonido, por que todo esté bien. Detalles, pequeños síntomas de algo que todavía está virgen, puro y que mantiene esa frescura que no hay que perder. Ya, más pronto que tarde vas a leer una reseña como corresponde sobre esta banda porque lo amerita, pero de momento, te convido el tentempié con esta crónica de una noche que termino con un pogo impresionante.
La velada estaba en su punto álgido y cuando la impaciencia nos ganaba la partida, la música ambiental se apagó y ellos se dispusieron a repartir la buena de Los Jugos Locos. Eran pasadas las 23:30 y el momento del reggae apareció para no parar de hacer mover a la gente.
Con un sonido muy logrado, una impronta muy propia y el groove que bajaba del escenario, Los Jugos Locos eran un shock energético para todos los presentes en 921. “Nos sentimos como en casa “dijo Mauro la voz cantante y créanme que esa comodidad de hogar se noto en la hora de show. Con un repaso completo y estupendo por su (por el momento) único disco editado llamado “De Die”, la banda oriunda de La Boca soltó toda la buena vibra que producen sus canciones.
La verdad hubo tiempo para todo: para bailar, para vibrar alto, para apreciar la música y hasta para emocionarse con uno de los hits de Los Jugos llamado “Madres”. Una complicidad que contagiaba al público que cantaba y coreaba al ritmo de las canciones de cancha por una banda que no solo es músical sino también muy futbolera. Nota al pie: Cuando una banda consigue un cantico de su público es cosa seria.
Quedaba poco para el final y se notaba. La gente a estas alturas de la noche deliraba, aplaudía, saltaba y para culminar en un estado de frenesí absoluto llego “Vidub” un tema preparado para el próximo disco que promete no mucho, muchísimo. Así y con este futuro HIT y con el público extasiado cantando “Jugos Locos vamos Jugos Locos…” cerro una noche impresionante por el clima, la finalidad del ciclo Culturitas de Fogara Cultural y por la música desparramada por este bandon Made In La Boca que está lista para dar el salto y jugar en las ligas mayores. Lo tiene todo: Buena música, frescura, simpleza, compañerismo y un enorme sentido de pertenencia con su arte y con su gente.
Sobre el escenario quedaban aún las chispas en las guitarras de Bruno Solazzi, en el bajo de Facu Quijano, en la batería de Santi Manoukian, en los teclados de Franco Solazzi, en las percus de Dani Oviedo y en el sintetizador (clave en el sonido logrado por la banda) de Mauro Solazzi. Quedaba también el humo encendido y los restos de un show impresionante. “Sembrando Amigos, Dubeando la vida” rezaba la bandera que pareciera ser una declaración de principios y como es así: Siempre del lado de los Jugos de la vida.
Nos fuimos de 921 Casa Cultural llenos de buena música, deleitados con una banda completamente disfrutable y con el corazón contento de volver a revivir esas noches de sagrada musiquera de la mano de mi compañera de ruta. No hubo subtes esta vez. Fue todo 103 y un groove que al día de hoy sigue en mi cuerpo.






Comentarios (0)